lunes, 7 de febrero de 2011

NARANJO: HECHO EN NAYARIT

“HECHO EN NAYARIT” Guadalupe Acosta Naranjo
“Estoy ligado a esta tierra desde hace 30 años y me siento en deuda con su gente”, asegura en entrevista el diputado con licencia.

Por Fernando Belaunzarán
Twitter: @ferbelaunzaran

De respuesta rápida y elocuente, en esta ocasión Guadalupe Acosta Naranjo se toma su tiempo. Aprieta la boca como si le diera un beso al aire y mira hacia arriba como si los recuerdos que está evocando se encontraran en el cielo. No es sobre el diagnóstico o solución de problemas, sobre su trabajo o sobre sus convicciones que se le cuestiona. La entrevista versa sobre su vida, sus padres, su infancia, sus amores, su familia, sus anhelos, sus alegrías y tristezas. Pero después de arrancar, las palabras brotan profusas y hay que pedirle que vaya más despacio; de pronto, se hace imposible no compartir carcajadas con alguna de las tantas anécdotas que cuenta. Lo difícil fue abrir la llave…y cerrarla.

Un dejo de tristeza asoma en su mirada y se nota en su voz al hablar de sus padres. La razón salta de inmediato. Su madre, Ernestina Naranjo Escalante, con la que estuvo muy ligado al ser el más chico de seis hijos logrados y la que con muchos sacrificios lo sacó adelante, al igual que a sus hermanos, falleció de manera prematura, a la edad de 54 años en 1990.

-Le decían “la China” por su cabello y sus pestañas rizadas. A todos nos dio carrera universitaria, con muchos sacrificios. Ella era maestra de primaria y sabía de lo importante que es la educación –dice Guadalupe, contra su costumbre, en voz baja.

Su padre es Juan Alonso Acosta, el cual, por las evidencias, goza de cabal salud

-Tiene 77 años y anda de novio –me lo cuenta a manera de chisme, con sonrisa pícara. La plática se relaja y él se va soltando.

Guadalupe nació en Juan José Ríos, cabecera del Ejido Las Vacas, municipio de Guasave, Sinaloa. Sus padres se establecieron allí, provenientes de Los Mochis. Era lo que se conocía como “campo experimental” con sistemas de riego avanzados y representaba una oportunidad para la humilde familia de salir adelante.

Entre su hermano Nacho y él se perdieron dos bebés que apenas pudieron ver la luz y Ernestina manifestaba problemas en la vesícula, razones por las cuales el embarazo se diagnosticó desde el principio como de “alto riesgo”, por lo que tenían planeado viajar a Guadalajara para que allí se aliviara. Pero - ignoro sí eso fue una premonición- el niño se adelantó 15 días y Ernestina ni siquiera pudo llegar al hospital de Los Mochis, pues le fue imposible cruzar el canal. Mientras Alonso iba por la partera, el niño nació con la única ayuda que brindo su tía Nana. Lo bautizaron con el nombre de Guadalupe por la manda que hizo su madre en aquel momento de angustia para que su hijo se lograra.

-A los 7 años mi madre me llevó a San Juan de los Lagos y a La Villa a acabar de pagar su deuda con la Virgen. Cuando la vi entrando de rodillas a la Iglesia, pobrecita, le dije “oye mamá, por qué no te pones unas rodilleras como las de los porteros”.

Hablamos mientras se dirige a Sinaloa para hablar con su amigo Juan Guerra, recién nombrado Secretario de Agricultura de ese estado. El diputado con licencia está buscando alternativas para ayudar a los campesinos nayaritas en la comercialización del frijol. “La exitosa experiencia del año anterior nos será de gran utilidad y ahora los logros serán aun mayores”, afirma con seriedad. Pero lo regreso al tema y parece alegrarse con la pregunta.

-¿Cómo fue tu infancia?

-Muy feliz, yo era muy travieso. Éramos 10 chamacos en palomilla que íbamos para arriba y para abajo. Nos gustaba nadar en los canales del ejido. A veces teníamos que salir corriendo, pues eso no estaba permitido –por la sonrisa de su rostro, imagino que se le antoja regresar a aquellas épocas.

Como a Guadalupe le gustaba el ejercicio y los deportes, “pero más el beis”, se hizo aficionado de “Los Cañeros” y asegura que adoró a su madre cuando ésta le regaló un radio para escuchar los partidos.

Para completar el gasto, Ernestina se iba a Tijuana a comprar ropa americana para venderla con una “poca de ganancia”

–En ese tiempo era zona libre -recuerda Guadalupe.

Además, el niño Acosta Naranjo boleaba zapatos –ironía, pues, pese al enojo de Ernestina, le gustaba andar descalzo-, vendía tortillas de harina, pizcas de algodón y la comida que hacía su madre para ganarse algunos pesos. En esas épocas de infancia es que tuvo su primer impacto sobre la situación de injusticia que sufren muchos campesinos, algo que empezó a formar su conciencia social y que nunca olvidaría.

-Criábamos a algunos puercos y los alimentábamos con guajes, unas vainas que yo veía como sobras sin valor. Pero me impresionó que los campesinos que iban a la pizca nos las pidieran para comérselas en salsas. Se me estrujó el corazón.

Guadalupe se explaya, habla de las guerras de lodo con sus amigos y de los problemas que eso le traía, pues su madre era obsesiva con la limpieza; “por eso soy tan bueno con la escoba y el trapeador”. También comenta de sus peleas con el sobrino del cura, “que se decía que no era su sobrino”; de su gusto por Kenny Rogers, los Beatles, el grupo Creedence, y “por supuesto, la música norteña”; de su conmoción al ver por televisión el primer paso en la luna de Neil Armstrong; de sus caricaturas favoritas, “Tom y Jerry”; de cómo se colaba sin boleto al Cine Royal, “un nombre muy pretencioso para ese galerón; cada vez que llovía se suspendía la función”; de sus lecturas de la mitología griega e hindú, mismas que comentaba a sus amigos; de cómo votó por primera vez a los 18 años, un mes antes de llegar a Nayarit, “por el PSUM a diputado y por el PAN a Presidente Municipal, no por ideología sino porque me convenció el candidato”. Pero también de cosas dolorosas.

-A los 15 años mis padres se separaron. Como yo era el más chico y era el único que seguía en Juan José Ríos, fui por un par de años la única compañía y apoyo de mi madre.

Después de un descanso y un par de llamadas, retomamos la entrevista.

-¿Cómo y cuando te vinculaste con Nayarit?

-A los 18 años vengo a estudiar Economía a la UAN (1982). A mi mamá no le agradaba la UAS por los problemas políticos y la violencia que en esa universidad se habían manifestado durante la década anterior. Además, habían venido antes mis hermanos Mayra a estudiar Odontología y Ernesto que estudió Veterinaria.

-¿Te gustó la idea de venir a Tepic a estudiar’

-Sí, aunque me dolió dejar en Sinaloa a una novia de nombre Rosita –me lo dice cerrando los labios y mirando a otro lado, como diciendo “se me salió”.

Seguramente Ernestina no estaba enterada de que en la UAN también se cocían habas. Poco antes de que ingresara Guadalupe, se dio un movimiento estudiantil importante y había mucha politización. No hacía mucho habían reprimido a los trabajadores que habían hecho una huelga para que les reconocieran sus derechos sindicales. El Consejo Estudiantil Universitario tenía poco de ser fundado por José Alfredo Topete Chávez e Isabel Campos Ochoa, quien tiempo después sería su compadre. Durante dos meses, se resistió a involucrarse. Pero su amigo Manuel Mares lo fue convenciendo poco a poco.

-Simpatizaba con la izquierda porque había tenido un maestro de Ciencias Sociales en la preparatoria que nos hablaba de las bondades del “campo socialista” en aquellos tiempos de la llamada guerra fría, pero gracias a Manuel fui descubriendo la importancia del activismo político: Por cierto, siempre le agradeceré que me haya compartido las canciones de Silvio Rodríguez y Pablo Milanés

Metido de lleno al activismo estudiantil, el inquieto joven Guadalupe era ajonjolí de todos los moles. Ayudaba a colonos de colonias populares, presionaba al transporte para que bajaran el costo, se organizaba con los ejidatarios y ayudaba a los sindicalistas. No paraba. En una ocasión, su hermana Mayra contrató un spot en la radio para que le dieran razón de él que en su interminable lucha por la justicia se había olvidado de avisar en dónde estaba y de dar señales de vida.

-Me fui ganando un lugar hasta que entré en la dirección del Movimiento de Lucha Popular (MLP) que luego se fusionaría con Punto Crítico. Allí estaban, entre otros compañeros, Arturo Marmolejo, Francisco Montero, Rodrigo González, Raúl Bautista que años más tarde personificaría al popular Súper Barrio en la Ciudad de México. En ese tiempo pensábamos que las elecciones eran una “farsa” y que todo estaba arreglado para que ganara el PRI

En aquellos años, Guadalupe era muy delgado, gustaba de jugar basketball y se distinguía en el baile, al grado de que ganó el segundo lugar en el “Barba Roja” que estaba en La Loma. Era además muy noviero, pero pronto se topó con un remedio que resultó infalible: a la edad de 20 años conoce a Sonia Ibarra con la que al poco tiempo contraería matrimonio.

-Sonia era muy delgadita y muy guapa; luego, luego me gustó y me la conchabé. La conocí en los cursos propedéuticos de la Escuela de Economía que yo impartía a los estudiantes de nuevo ingreso. Por ella dejé a mis otros amores…

Naranjo cuenta que con Sonia no sólo encontró a una pareja para toda la vida sino que hizo equipo con ella para todo. El diputado rompe con sonora carcajada al recordar que sus amigos del PRD de Oaxaca le dicen a Sonia la “Master Card” porque él “no sale sin ella”.

-En mi negrita –así le dice a Sonia- hallé a mi gran amor, pero no sólo eso. También a mi compañera, amiga, cómplice. Desde el principio le entramos juntos a sacar adelante a nuestra familia y responder a nuestro compromiso político que compartimos.

Le pido que me cuente alguna anécdota de su noviazgo y después de dudar se arriesga.

-En una ocasión nos escapamos a Puerto Vallarta. Sonia, que tenía 18 años, le dijo a su mamá que iba a una excursión escolar. Como estábamos muy contentos y quisimos quedarnos un día más, decidimos que había que decirle a Doña Cuquita, mi actual suegra, que se había descompuesto el camión. Así que le hablé a mi amigo Martín Raigosa para que diera el recado. Éste lo cumplió al pie de la letra: “Que dice Naranjo que el camión se descompuso”. Ya sabrás, al día siguiente que regresamos, ardió Troya.

Poco después de ese episodio, en 1986, se casaron sin el consentimiento de sus padres. Guadalupe apenas tenía 22 años y Sonia 19. Su amigo Armando Olvera le tuvo que prestar dinero en plena ceremonia para pagarle al juez. Fue una boda sin familiares, pero con buenos amigos. Sus padrinos fueron Arturo Marmolejo y Roberto González Bernal.

-La fiesta se hizo con salchichas, Sabritones, caguamas y una botella de tequila. La noche de bodas la pasamos en lo que fue nuestra casa durante un tiempo en la colonia 2 de agosto, en una taller de soldaduras. Durante la Luna de miel dormíamos, es un decir, -hace una pausa mientras le surge una sonrisa maliciosa- encima de unas mantas con consignas. Luego conseguimos una “cama de campaña” –al ver mi cara de duda, aclara-, un catre plegable. Nuestra estufa era un ladrillo con resistencias

Por fortuna, las relaciones con las familias se recompusieron. Y ahora Guadalupe presume que “Doña Cuquita ha sido una magnífica suegra que además cocina delicioso”. Además, su madre “rompió el cochinito” y le mando dinero que les sirvió para comprar el terreno donde actualmente vive, por cierto, a unos metros de aquel taller, en la misma calle y en la misma colonia 2 de agosto, así como para hacer una modestísima construcción con block y cartón, la cual estrenaron el mismo día en que nació Ricardo, su primer hijo, un 2 de abril de 1987. De cualquier forma, sus condiciones de vida seguían siendo muy precarias.

-Fueron momentos muy difíciles. El único lugar de la casa en la que no había goteras es donde pusimos a Ricardo. La casa constaba de un cuarto que era a la vez sala, cocina, comedor y recámara. El baño estaba afuera.

-¿Y qué hiciste para mantener a tu familia?

-Todo lo que pude. Fui peón de albañil, de Nacho Ponce al que luego hicimos presidente de la sección 1 de albañiles. Les ganamos la votación a los Charros –otra vez llena el carro con una pletórica carcajada. También fui vendedor y velador de una librería, en la que me pagaban el salario mínimo por 12 horas de trabajo, pero la ventaja es que tenía Seguro Social para la negra y Ricardo. Vendí galletas y fui checador de góndolas en la SAHOP. En algún momento recibimos Sonia y yo capacitación en el CETIS por lo que nos pagaron cualquier cosa.

En esas andaba Guadalupe cuando llegaron las elecciones de 1988. Un año antes habían participado por primera vez como organización en un proceso electoral en el municipio de Xalisco con Oscar Sánchez como su candidato el cual quedó en segundo lugar y años después, en 1999, lograría ganar esa misma elección. No sin voces discordantes, acordaron apoyar a Cuauhtémoc Cárdenas y Naranjo se fue literalmente a vivir en la plaza principal, frente a Catedral, durante 3 meses, con un equipo de sonido y orador principal cuando el hijo del General visitó Tepic.

-Ricardo era apenas un bebé y pasaba mucho tiempo con él en la explanada. Todos lo querían cargar y es que me salió bonito. Qué le vamos a hacer! -dice con falsa molestia y riéndose, como acostumbra, ostentosamente.

Buena impresión le debió causar Guadalupe al ingeniero Cárdenas, pues junto con Arturo Marmolejo fueron los dos únicos nayaritas que firmaron “El llamamiento al pueblo de México” para la creación del PRD. Tenía apenas 23 años, siendo el más joven de los 300 que lo suscribieron. Además, el primer comité municipal perredista que se conformó en todo el país fue el de Tepic y él fue elegido su presidente. Orgulloso presume que tiene el reconocimiento firmado por el propio Cuauhtémoc.

En 1990 y 1996 fue electo diputado local. En ambas legislaturas coincidió con Ney González, con el que protagonizó intensos debates. En 1993 fue candidato a presidente Municipal por Tepic. La suciedad de los procesos electorales de esa época en la que gobernaba Carlos Salinas, llevó a una protesta postelectoral demandando limpiar la elección y el gobierno respondió con la represión.

-Acababa de nacer mi segundo hijo, Lupillo, y Sonia lo tenía en brazos. Ricardo era un chavalito. Estaba mi familia en la plaza cuando la policía arroja gas lacrimógeno a la multitud. Mi hijo pequeño se quejaba, “mamá, por qué lloro si no quiero llorar”.

La condición de excandidato no lo salvó de ser detenido. En un viejo video que se presentó en su pasado informe legislativo, se escucha a sus vecinas decir mientras se observa como se llevan a Guadalupe esposado: “Ahí se llevan a Naranjo, ¿a dónde se lo llevan?” “A dónde ha de ser, mi hija, a darle una calentada”.

En 1999, Acosta Naranjo es de los artífices de la alianza PRD-PAN que lleva a Antonio Echevarría a la gubernatura del estado y fue nombrado subsecretario de Gobierno. El secretario era su padrino de bodas, Ernesto Navarro –Sonia y él contrajeron nupcias por la Iglesia en ese año. Pero diferencias de visiones, discrepancias en algunas decisiones de gobierno y la decisión de Toño de apoyar a Vicente Fox provocaron una ruptura traumática y a Guadalupe no sólo se le sacó de la administración sino que, en los hechos, se le orilló a abandonar el estado.

-Quise hacer las cosas de manera diferente. En lugar de policías y amenazas, a los manifestantes los invitábamos a pasar, les dábamos agua y galletas, llegábamos a acuerdos. Hubo intentos para disminuir la confrontación con Toño, pero ya estaba muy envenenado contra mí. Tanto que luché por la alternancia en Nayarit y cuando la conseguimos tuve que optar por el exilio. Pero lo que son las cosas, a la larga eso me fue muy beneficioso, pues inicié una carrera ascendente en la dirección nacional del PRD.

Jesús Ortega y Jesús Zambrano invitaron a Guadalupe Acosta Naranjo a integrarse como subsecretario de la Secretaría General del Comité Ejecutivo Nacional.

-Lo más difícil fue separarme de Sonia y de mis hijos. Necesité cinco meses para instalarme y poder llevarlos conmigo al Distrito Federal. Mis amigos, Eduardo Espinosa y Reyna Barrón me dieron asilo en un cuarto de servicio que compartía con una perra preñada, “de nombre Layka”.

-En un viaje de Eduardo y Reyna decidieron nacer los perritos, así que me tocó hacerla de partero de nueve cachorritos.

En la Ciudad de México, Naranjo tuvo una carrera meteórica. De subsecretario, pasó a ser Secretario de Planeación y luego Secretario de Organización, Secretario General y finalmente Presidente Nacional del PRD. Un año después de dejar la presidencia fue diputado federal y vicecoordinador del Grupo Parlamentario.

-Fue un gran honor presidir al PRD. Se vivían tiempos difíciles, pues fue en medio de la crisis provocada por la controvertida elección interna de 2008. Pero en lugar de sobrellevar la situación, decidí ejercer a plenitud mis funciones y darle rumbo al partido. Sacamos adelante una reforma energética de consenso y evitamos el Apocalipsis anunciado. Por cierto, mi mandato coincidió con las elecciones locales de Nayarit y ganamos cuatro ayuntamientos: Huajicori, Rosamorada, Tecuala y Acaponeta.

El retorno a Nayarit es un decir, pues nunca se fue del todo. Durante este tiempo, la familia Acosta Naranjo ha mantenido su domicilio en la misma casa que consiguieron con muchos sacrificios al año de casados, en la colonia 2 de agosto. La entrevista se alarga, por lo que decido ser directo y tomar el toro por los cuernos, preguntándole a boca jarro.

-Tu rompimiento con Toño Echevarría fue público y el enfrentamiento que protagonizaron muy duro. ¿Cómo es que ahora andan otra vez en una alianza, después de lo sucedido? ¿No te sientes agraviado con todo lo que te hicieron?

A bote pronto, casi interrumpiéndome, Guadalupe contesta.

-No soy rencoroso y el odio no construye. En nada beneficia a los nayaritas poner por delante el enfermo afán de ajustar cuentas. Quiero construir, quiero que se dé el cambio prometido y que todavía debemos. Y eso es más fácil lograrlo si sumamos y unimos fuerzas

-¿Y cómo se dio la reconciliación?

-No sé si llamarla así. Lo que hicimos fue hacer acuerdos políticos por el bien del estado.

En 2005, Antonio Echevarría acarició la posibilidad de hacer gobernadora a su esposa, seguramente alentado por Fox que sondeaba hacer lo mismo con Matha Sahagún. Tal tendencia se acababa de concretar en la candidatura de Maricarmen Ramírez, cónyuge del entonces gobernador de Tlaxcala, Alfonso Sánchez Anaya, pero el resultado le fue adverso en medio de un escándalo y con la oposición de la dirección nacional. El caso es que en Nayarit, el PRD se decidió primero por Javier Castellón, que había hecho un buen papel como rector de la UAN, pero luego éste cedió el lugar a Miguel Ángel Navarro, quien rompió con el PRI. En esa ocasión, la esposa del gobernador tampoco pudo ser candidata del PAN -fue Manuel Pérez Cárdenas-, razón por la cual Martha Elena quemó junto con un grupo de seguidores sus credenciales que los acreditaban como panistas.

-Me reuní con Toño, en calidad de Secretario General del partido, y coincidimos en que la mejor opción para el estado era Miguel Ángel Navarro. Luego coincidimos también en el apoyo hacia Andrés Manuel López Obrador en el 2006.

El trayecto ha sido largo. Ambos tomamos aire. Me impresiona la memoria detallista de Guadalupe, a pesar que de cuando en cuando pidió auxilio a sus recuerdos a los dos amigos de la vieja guardia que nos acompañaron en el periplo, por cierto, ambos Toños también; uno apellidado Guerrero y el otro Medrano.

Se han dicho muchas cosas, pero falta la conclusión, la síntesis, el punto clave que explica una entrevista como esta en un momento en el que se le ve al diputado como un posible gobernador de Nayarit. Ya no hay lugar para rodeos, eufemismos o sobrentendidos. Voy directo a poner el dedo en la llaga.

-Pero si llevas tanto tiempo vinculado a Nayarit, ¿por qué dicen entonces que no tienes arraigo y que no llenas los requisitos para gobernar el estado?

Antes de contestar, Guadalupe reflexiona un momento mientras sus dedos juegan apretando su barbilla una y otra vez. Se pone serio y suelta:

-En Nayarit estudié, me casé, nacieron mis hijos, fui reprimido por defender mis ideas: Aquí me eligieron dos veces representante popular. En esa condición dí la batalla en tribuna y fuera de ella para lograr los cambios por los que siempre he pugnado y oponerme a injusticias y arbitrariedades, a la corrupción e impunidad que tanto daño le han hecho al estado. He gozado de las mieles de los triunfos y sufrido los sinsabores de las derrotas, y he buscado sacarles enseñanzas a éstas para no cometer los mismos errores. Estoy ligado a estas tierras desde hace 30 años y tengo una deuda con su gente. Soy hecho en Nayarit.

-Y sin embargo, dicen que no eres nayarita –insisto provocadoramente

-Mira, por historia, por conocimiento, por sentimiento, por convicción, por pasión, por elección soy nayarita como el que más –apenas termina la frase da un golpe con la mano en el asiento, quizás para hacer mayor énfasis a su afirmación, quizás para terminar de una vez con la entrevista. Quizás por ambas cosas. Pero prefiero fingir demencia y soltarle la última pregunta.

-Pero, entonces, ¿por qué lo dicen, por qué no reconocen tu arraigo después de tanto tiempo e incluso después de una vida pública tan intensa que has tenido en Nayarit? ¿Será que tienen miedo de que los venzas en las urnas?

Una mirada divertida y la sonrisa plena y descarada que dibuja en su rostro es lo que obtengo como única respuesta. No es difícil interpretar su silencio.

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